No vale hacer mucho "A do ken"

Siempre creí que ganaba todas las discusiones y peleas, en la calle, en mi casa, con hombres y mujeres, siempre era yo el mas cruel, el que decías las verdades mas dolorosas, el que convertía los corazones en carne molida, el que hacía llorar de rabia y vergüenza a mis contendores.
Las crueldades a mi hermano mayor son las que mas recuerdo y las que espero, él haya olvidado. A veces martirizo a mi vieja contandole ésta anécdota:
Cuando mis viejos se fueron a Japón, nos quedamos a vivir un año en casa de mi abuela en el rico Rímac, con mi tía y su hija pequeña. Mi hermano y yo cursabamos los primeros años de secundaria, no es por tirarme pana pero mi letra era de putamadre, mi ortografía genial, y no es por cagarlo a mi broder, pero sus cuadernos eran trapeadores, garabateados en cualquier lado, las letras chuecas como receta de doctor, y ninguna clase terminada. Mi tía nos revisó los cuadernos una tarde y vió mi cuaderno impecable, y el mamarracho de mi hermano. Me felicitó y a mi broder le gritó horrible, y le dijo que se prestara cuaderno y todo el fin de semana pasaría las clases a un cuaderno nuevo. Se prestó cuaderno, se compró un cuaderno nuevo, lapiceros rojo, azul y regla, hizo sus márgenes con rojo, subrayó los títulos a doble línea y colocaba guiones y todo estaba impecable, se tiró todo el fin de semana, y para el lunes, mi tía estaba orgullosa de él, y yo también, no le envidiaba, estaba contento de verlo orgulloso a él también, con su cuaderno ejemplar.
Pasaron dos o tres días y nos peleamos porque no valía hacer mucho " a do ken" en el street fighter, y regresamos calientes del vicio a la casa, cuando estabamos a punto de hacer las tareas luego del almuerzo, agarré su cuaderno nuevo y lo puse sobre mi rodilla como apoyo y lo despedazé con ambas manos, el se abalanzó sobre mí intentando quitarmelo desesperado y gritando "tíaaa!! tíaaaa!!" pero yo seguía inmutable con la baba que se me caía de excitación y emoción, y le rompí luego hoja por hoja, quería hacerle daño donde más le doliera y lo cagué demasiado, al final aventé lo que quedaba de cuaderno al patio donde los chibolos de la cuadra jugaban fulbito, al caer el cuaderno al suelo, uno lo miró y le metió una patada como si fuera un balón y el cuaderno se estrelló sucio y torcido contra una pared... luego cayó rápido como un animal muerto.
Mi hermano miraba estupefacto desde la puerta que daba al patio, y sus lágrimas me hicieron notar que me había pasado, yo a su lado seguí "ya ves huevón? para que no me jodas! no vale hacer mucho "a do ken""
Él no respondió y fué a encerrarse a su cuarto, mi tía bajando las escaleras raudamente y gritando lisuras a granel me chapó de las patillas como en el cole y me castigó no recuerdo de que manera, aparte de recibir sus insultos con lluvia sobre mi cara, los chibolos seguían jugando fulbito y mi hermano seguía encerrado en su habitación.
A mi vieja le cuento esta historia cuando quiero joderla un poco, y ella dice que me odia, pero sé que es broma, le parte el corazón recordar ese instante, y a mí también. Siempre creí que ganaba todas las peleas, pero ésta la perdí. El castigo de mi tía no fue severo, por eso no lo recuerdo. Mi crueldad sí lo fué, pero espero que mi hermano no la recuerde igual.