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jueves, mayo 31, 2007

Supervivencia


Hace más de cinco años que perdí a mi mujer. Recuerdo aún la desesperanza tras su partida, su mirada perdida, buscàndome, implorándome una sonrisa final en el estertor de su vida y yo besandola tan fuerte como para que no se me vaya.
Al día siguiente de su entierro, empecé a emborracharme a diario, sin sentido, solo, encerrado, abandoné eventualmente mi trabajo, a mi familia, a mis amigos, me abandoné también, terminé sin dinero y con una patada en el culo por no pagar la renta del cuartucho en el que vivía. A los cuatro meses luego de la muerte de mi mujer, solo en la calle, ahora con miedo y frío, dejé de comer, no me importaban esas huevadas, tenía dos botellas de ron barato en unas bolsas tristes cargadas al hombro, me tiré un año durmiendo en las veredas de la av. Wilson entre pirañas y cartones, entre desadaptados y rebeldes. Ensimismado me pasaba el día sin hacer nada, sentado en la vereda con la ropa no tan cochina como mi piel, mis bolsas con un par de calzoncillos y un polo de la selección peruana, una mañana no amanecieron conmigo misteriosamente.
Mi barba y cabello crecieron y se hicieron una mazamorra con el smog y la tierra de la vereda, no me importaba nada, aún me dolía vivir sin mi mujer, no tenía poder de decisión, no tenía fuerzas, ni voluntad, solo me quedaba su imagen final muriendo a mi lado, sonriendome, con lágrimas acariciandole las mejillas, moqueando como una bebita distraída.
La gente por la calle es una mierda, debería sentarme a perder el tiempo en Miraflores o La Molina pero el día que fuí a dormir al Parque Kennedy, los del serenazgo me agarraron de las orejas y otra vez patada en el culo me encontré en el centro de la ciudad, allí se puede ser cochino, allí se puede abandonar uno y sufrir sin que te jodan los tombos. Decía que la gente es una mierda, porque hay tanto ocioso que a uno lo agarran de bufón. Los escolares que se tiran la pera me ven y se la dan de graciosos y se tiran pedos mientras pasan a mi lado, los borrachos de quilca me invitan a un trago siempre pero cuando se emborrachan me insultan y quieren pegarme pero yo no soy ningún manco y mínimo lo dejo temblando al día siguiente a uno. A veces el día es soleado y me relajo un poco, no hay limosna para una botella de matapenas, así que me rasco la barba piojosa y camino por el jirón de la Unión a ver que pasa, las señoras me ven y se alejan asolapadamente con miedo, y yo peor me les acerco con muecas de depravado, es que me llega al pincho que me teman sin conocerme, una tarde una flaquita bien buena se cambió de vereda al verme y le grité "¿¡acaso te voy a robar huevona?!", me sacó la lengua toda coqueta y la perseguí corriendo por mas de tres cuadras mientras me cagaba de risa de su terror.
Ya se me cayeron dos dientes y casi todos se me mueven a punto de abandonarme, estoy tantos años en la calle que solo espero la muerte, no quiero cambiar más, no quiero regresar a casa sin que mi mujer esté esperandome con un abrazo calientito, literalmente era mi vida aquella mujer, y ahora estoy mas muerto que Cobain, y hablando de rock, ví que unos rockeros conchesusmares pusieron mi foto en la portada de uno de sus cds, creo que era "La Ira de Dios" como se llamaban. Algunos perros me ladran y me muerden, les parece chistoso andar jodiendo a un tipo triste, otros perros se acercan con sus trozos de pollo a la brasa chupados y me invitan a compartir, y es que papa lindo siempre me manda estos angelitos, aunque por las noches me manda unos angelitos travestis que quieren violarme y meterme mano, aún no pierdo mi buena pinta, aunque sea para las putas y putos.
Me desespera la idea de vivir 20 o 30 años más en esta situación, no sé ni para que mierda me levanto por las mañanas, no sé para que me acuesto en la vereda a dormir por las noches, me olvidé de como vivir, y solo ansío morir, quisiera tener los huevos para suicidarme pero hay algo que me atrae a este mundo, no tengo miedo al post mortem, creo en la teoría budista, renaceré y tendré otra oportunidad para llegar al Nirvana, nada malo puede pasarme, lo que me asusta es no acordarme de mi mujer, en mi próxima vida.
Talvez esté esperandome en el Nirvana desde ya, mi pequeña... bueno, esta vida ya la cagué, la próxima la hago linda, reinita.

lunes, mayo 21, 2007

Sueño suicida

A pura tozudez logré que nos viéramos otra vez. El amor puede enloquecer a las personas, a mí no me volvió loco, a mí el amor me mató brutalmente. Si hubiera tenido la menor idea de lo mal que me hubiera podido sentir (tal como me he sentido tantas semanas) jamás hubiera dejado que te vayas, talvez debería haberte matado y comerte entera para estar siempre juntos, pero la cagué y te fuíste para nunca volver.
Hace dos noches que volví a verte y estabas mas linda que la última vez en mi casa, mas delgada, mas pintarrajeada, mas aretes, mas vida, mas tú, mas alegría, mas vida y mas tú otra vez. Al llevarte a casa después de unas cervezas fluyó el amor otra vez, la oscuridad interior del taxi, una balada cursi en la radio y el taxista en el retrovisor, cómplices de nuestro amor y nuestra tristeza también, nos sonreían permisivamente, invitandonos al desenfreno, nuestras miradas se fundían y tu sonrisa me llenaba de felicidad, la oscuridad me dijo que te bese y te toqué la carita tan suave como de princesa de cuento, te acerqué a mí y nos besamos sin abrir la boca, nos quedamos pegados y yo acariciaba tus cabellos, antes nuestros, ahora tuyos, y apenas movíamos los labios y nuestros corazones palpitando al unísono y el anciano taxista sonriendo amablemente como diciendo "que lindo es el amor, conchesumare", talvez recordando a su difunta esposa. Abrimos las bocas y movimos las lenguas como serpientes haciendo el amor, nuestros labios rojos de pasión se unían de mil formas, nada vulgar, todo sublime, lento, como beso después de tantas semanas, como beso de un hombre y una mujer que se aman a muerte, como beso triste de la luna y el sol y lo inevitable. Tus lágrimas caían sobre mis mejillas y te abracé hacia mí y pusiste tu cabeza en mi hombro y te abracé tan fuerte para que nunca te vayas, y mas fuerte aún para que nuestros corazones se abracen también, y en la radio sonaba algún cantane mexicano y algo que decía "no se tú, pero yo..." y yo pensaba en no dejar de besarte y mis manos querían tus pechos pero no era oportuno, y buscaron tu cuello y te tomaba como quien ahorca al desamor pero te acariciaba y quería sentirte una vez más para no olvidarte jamás y tu llorabas y gritabas por las ventanas MELANCOLÍA.
Para cuando dejamos descansar los labios, en una ruta que cruza media ciudad, estabas oculta en mi pecho, recogida, escondida, sin miradas, ausente, y al llamarte "negrita linda, nunca he dejado de amarte" me respondiste "te amo también gordo" y tu voz se me metió en la piel como picadura de araña y tuve miedo, la muerte se metió en mi cuerpo y se carcajeó unos segundos, luego se marchó. Y temí lo inevitable de la realidad, enemiga del corazón, y te llamé Negrita y no me mirabas y pasé saliva, talvez un poco de la tuya aún, y desviaste la mirada a la calle y te pedí cual mendigo que volvieramos a estar juntos, que fué la mayor estupidez terminar con tanto amor, que de nada servía ametrallar nuestros corazones por toda la eternidad, me miraste, sonreíste y me besaste. Al llegar a tu casa te dije "Te amo, negrita de mi vida", me sonreíste mientras bajabas del taxi "mañana hablamos, gordo"
Mientras volvía a casa con el anciano taxista me sentí feliz que grité por las ventanas durnte cuadras, mi corazón estaba a mil por hora y mi rostro estaba petrificado en una risa feliz, el taxista tarareaba algo de Jimmy Santi y yo quería invitarle un trago, hace mas de dos meses que de la negrita solo había tenido cagues telefónicos, ausencia, desamor, y esta madrugada nos habíamos besado como si nos hubieramos querido devorar, literalmente. Y en eso que miraba la noche, sentí una duda que luego se volvió en aquel temor de hace unos minutos, recordé los cuchillos diciendome "mañana hablamos, gordo" y su cabecita escondida en mi pecho y su mirada esquiva, y del sosiego pasé no al desasogiego sino me fuí a la mierda en un instante eterno y volví a morir rápidamente, supe que todo pendía de un hilo, pensé en llamarla y cuestionarla, era muy tarde, opté por la mañana llamarla, pero tuve miedo, y ya no supe si estar feliz o tirarme en el suelo de mi cuarto a mirar el techo hasta que amanezca.
Para cuando llegué a mi cuarto, ya no supe si lo había soñado todo, como otras noches anteriores, ¿me estaba volviendo loco? No, aún mi camisa olía a ella, y en el espejo ví sus lágrimas tatuadas en mi rostro y supe que era la realidad que se amistaba con el amor. Me fuí a dormir con el torso desnudo de felicidad pensando en Dios y ofreciendole cagarme de frío toda la noche, cual silicio en agradecimiento.
A la mañana siguiente me desperté con una sonrisa feliz, pero dudé nuevamente, la telefoneé "Negrita de mi vida, hola...", y me dijo "Hola, como estás" tan ausente como todo este último tiempo, "que ricos besos los de anoche mi negrita pechocha" y ella me dijo "... gordo, tenemos que hablar, una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa".
Fué cuando me di cuenta que lo había soñado todo, como esas mañanas que me desperté feliz de haberla besado y la realidad me dió de portazos en la cara.